sábado, 2 de julio de 2016

Érika Olivera denunció a su padrastro por abuso sexual: "Viví chantajeada mucho tiempo"

Érika Olivera denunció a su padrastro por abuso sexual:

02/07/2016 13:37:00La deportista chilena y futura abanderada chilena de los Juegos Olímpicos declaró ante la PDI sobre un crudo episodio que vivió en su infancia. Una impactante historia fue revelada este sábado sobre la deportista y próxima abanderada chilena de los Juegos Olímpicos, Érika Olivera. Se trata de la confesión que hizo ante la PDI sobre un presunto abuso sexual que sufrió durante más de diez años en su infancia: "Muchas veces pienso que pude terminar en la cárcel, porque llegué a ese punto (de querer matarlo) y hubiera sido una delincuente, porque no me hubiesen condenado por defenderme de un violador, si no por asesinato", dijo la atleta. Dos días después que tuviera la reunión con Michelle Bachelet en La Moneda, Olivera acudió hasta la PDI en Recoleta para denunciar los hechos, pese a que podrían estar preescritos. En la declaración detalla que el acusado sería su padrastro, Ricardo Olivera, pastor evangélico argentino que vivió largos años con ella, sus hermanos y su madre, en la población Carol Uzúa de Puente Alto. "Debo haber tenido 5 años la primera vez que me abusó en el campamento. El empezó mostrándomelo como un juego, con caricias y después fue avanzando", son las palabras que quedaron registradas en la PDI y que hoy abordó en entrevista con la revista El Sábado de El Mercurio. Detalló también episodios de lo ocurrido, "era una niña. No cachaba nada. Él siempre decía que eso nadie lo tenía que saber. Pasó varias veces más". Recuerda que los lunes, cuando quedaba sola con su padrastro, eran los días más horribles para ella. "Estaba sonada nomás. Tenía que llegar y aceptar. Tenía que pasarlo con él. Apenas tenía la oportunidad era llegar y llevar para él. Mientras yo no me pude defender, él hacía lo que quería conmigo", expresó. Confesó que se demoró mucho en contarle a su madre lo que estaba pasando. Finalmente lo hizo cuando tenía 12 años. "Ella me dijo que ojalá que fuera mentira, porque si era verdad que él me abusaba nadie me iba a querer, no iba a poder tener hijos ni familia", recordó. Amenazada por su abusador, debió desmentir los dichos después. Luego su madre le pidió perdón. Con el paso de los años el deporte comenzó a cambiar su vida y fue el escudo para salir adelante. "El trote me sirvió harto. Daba vueltas a la población repitiéndome: no quiero vivir aquí, quiero ser alguien (...) viví chantajeada mucho tiempo. Esto fue por once años, no había una semana que no pasara nada. Para ir a una carrera o un entrenamiento tenía que aceptar lo que él me decía: '¿Quieres esto? Sabes lo que tienes que hacer'. Él hacía una señal con el dedo, indicándome lo que iba a pasar, lo que íbamos a tener que hacer". Confesó que si ella se negaba entonces no había plata para nada en casa. Incluso, Olivera reveló que hubo una ocasión que atentó contra su vida, un día que el hombre la trató de fracasada por no ganar una competencia. Tras ello se tomó un frasco de pastillas diazepam. Con el paso de los años la abanderada dejó de ir de a poco su antigua casa, pese a que, como dice su hermano Felipe, en los tiempos de gloria deportiva su hermana siguió aportando al hogar. "Cuando le empezó a ir bien nos ayudó harto. Regalaba cosas a la casa pese a todo". Pese a todo, hay una herida que sigue abierta y sufriendo: "Le hago el honor con el apellido a un hombre que fue lo peor que pudo haberme tocado en la vida".

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