lunes, 5 de junio de 2017

Pepe Aldunate: el "cura obrero" activista de los DDHH cumplió 100 años

Pepe Aldunate: el

05/06/2017 16:50:47El jesuita nació en un núcleo acomodado, pero siempre su compromiso estuvo con los más pobres. Ahora padece de cáncer de piel, está ciego, sufrió una hemiplejia. Se hará una misa de gratitud el próximo sábado en Santiago.Este lunes el cura José Aldunate Lyon, más conocido como "Pepe", el "cura obrero", que se transformó en símbolo de la lucha por los derechos humanos y contra la tortura en época de dictadura militar cumplió 100 años. Fue uno de los primeros también en aprobar el matrimonio homosexual y ganó el Premio Nacional de los Derechos Humanos en 2016. Para conmemorar su centenario el sábado próximo se hará una misa de gratitud por su cumpleaños a las 10:45 en la Iglesia San Ignacio (Alonso Ovalle). Será guiada por Mariano Puga. El párroco publicó su biografía "Un peregrino cuenta su historia" en 2003, desde que era un novicio que oficiaba de "maestrillo" en un colegio jesuita de Antofagasta a los 24 años. "Mi opción profunda ha sido Dios. He enfocado mi vida hacia el servicio en la Compañía, el compromiso con la humanidad y con los derechos pobres", dijo en una oportunidad. Aldunate nació en cuna de oro y se crió en el palacio familiar a la entrada de la avenida Vicuña Mackenna, donde hoy funciona la embajada de Argentina, pero desde entonces su compromiso con la humanidad era con los pobres. Actualmente vive en la residencia jesuita de Alonso Ovalle y en 2016 sufrió una hemiplejia y desde hace años que está ciego. En 2002 cuando celebró sus 85 años escribió en su biografía: "Mi ceguera que se avecina no es ya para mí un problema ni menos una calamidad". Hoy padece cáncer de piel que le ha dejado una herida abierta en su cabeza. Y, luego del accidente vascular, ya conecta poco con su entorno. En su biografía también recordó la vez que el padre Hurtado lo visitó cuando estaba en Francia por su Tercera Probación. "Él estaba gestando la Acción Sindical y Económica Chilena, la ASICH. Y venía seguramente a echarme un ojo. Yo nada sospechaba". "Éramos muy diferentes. Admiraba en él lo que me faltaba a mí: su dinamismo apostólico, su capacidad de acogida y espontaneidad en el trato. Por timidez y respeto no aproveché ese año -el último de su vida-para tener un mayor trato personal con él", detalla en su relato.

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